Está guay reflexionar y planear una búsqueda pero mola más hacerla en movimiento. Con un sol de primavera empezamos nuestra primera semana de recorridos para encontrar a Tomás mientras conocemos Ciutat Vella desde las preferencias de nuestros participantes. De este modo, la primera parada estaba clara. El Botanic parecía el espacio más lógico para encontrar un lagarto desorientado y perdido. De igual forma, parecía el lugar más congruente para pasar un día primaveral como el que teníamos. Con estas ilusión, empezamos la aventura haciendo parkour en las torres de Quart y avanzamos hasta el jardín. 

Cuando cruzas la entrada del Botànic es como si estuvieras entrando en otra dimensión, y claro, para poder realizar una búsqueda allí necesitas algo más que tus propios ojos. En este punto,repartimos nuestro material de exploración. Lupas, prismáticos, placas de petri, pipetas, gafas anaglifas y nuestra imaginación fueron las herramientas que utilizamos para llevar a cabo la investigación. Todo tipo de huellas, rastros y pistas aparecieron en esta jungla escondida en el centro de la ciudad. “Mira, yo creo que en esta piedra hay una huella de Tomás”, “aaa, igual esto es un huevo de Tomás” y muchísimas más historias salieron en aquella dimensión verde. 

También, a la hora de elegir por donde teníamos que girar uno decía, “Igual, Tomás se ha ido a los invernaderos que hace calor”, el otro “yo creo que está por los huertos”, al final terminamos haciendo varios grupos de exploración. La primavera hizo de mediadora entre la rebeldía y la investigación. Entre pies que acabaron mojados, plantas carnívoras, huertas, piedras brillantes, y todo tipo de micro-descubrimientos pasamos el día sin llegar a encontrar al Tomás, pero encontramos el espacio más extra-dimensional, donde conectar con nuestros sentidos.

En la segunda sesión decidimos quedarnos más cerca del contexto urbano y explorar todos aquellos pequeños os de diversión en los que Tomás podría estar. Caminamos acompañadxs del espíritu inquieto de nuestrxs participantes que ya estaban anticipando las pascuas y el descanso escolar. Empezamos desde el Parque de la Poma, a pesar de los avisos de algunos de lxs participantes, nos mezclamos con la multitud que disfrutaba aquel lugar. 

Cuando nos reagrupamos otra vez dimos rumbo hacia la plaza de Viriato donde el mobiliario urbano se convirtió en tobogán bajo sus ojos.  Allí dejamos nuestros mensajes a Tomás para que se contactara con nosotrxs cuando lo viera y así terminó la primera semana de búsqueda y exploración del barrio de la Ciutat Vella.

Los espacios más divertidos no son siempre aquellos que alguien diseñó con esta función. 

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